martes, 10 de octubre de 2017

Las puertas

Una semana atrás va a un consulado cubano un amigo escritor. Buen escritor. Lleva sin ir a Cuba más o menos el mismo tiempo que yo, un buen par de décadas. Pero su madre está muy enferma y se siente obligado. Mi amigo desprecia a aquel régimen pero con la misma discreción con que lleva todo en su vida, con la misma lucidez y contención con que escribe. Cuando lo llamaron del consulado entendió que le entregaría en permiso de entrada a Cuba sin más pero el funcionario le comunica que no. Que no le pueden dar, junto con el pasaporte, la llamada habilitación que le permitiría la entrada a su país. Pero que no se preocupe, añade el funcionario. Porque cuando una puerta se cierra otras pueden abrirse y con la mano señala hacia otras puertas imaginarias. El gesto y la ambigüedad son, para mi amigo, muy claros. Un gesto que tantea su disposición a colaborar con ese régimen que desprecia a cambio de lo que debería ser su derecho. Mi amigo le agradece el ofrecimiento pero le dice que no. Que la única puerta que tomará es esa que está a sus espaldas para marcharse a su casa. Y se va.
Todo esto lo cuento por si a alguien se le ocurre preguntarme cuándo pienso ir a Cuba. A mí, que allá ni siquiera tengo una madre enferma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esos cabrones. genios y figuras hasta la sepultura. Y todavia no desean reconocer que TODO, todo, todo, lo desbarataron en pedazos tan pequenos que sera imposible recomponer la nacion a como deberia ser. como decia el flaco Olmedo (remendando su expresion celebre) "que suerte para desgraciar a otros!"